Nos soltamos las manos

Todos los días era primavera en el calendario.
Tejíamos sueños e ilusiones con hilo dorado.
No concebiamos el tiempo sin estar juntos,
y nos extrañabamos al ausentarnos minutos.

Nos poníamos de acuerdo, frecuentemente,
Y, de un enojo, la reconciliación era inminente. 
Llevábamos, siempre, entrelazadas las manos,
y en la boca, besos que hacían verano.

Dimos muestra del amor concibiendo la vida,
pero con el paso del tiempo y la cruel rutina,
los días empezaron a teñirse de otoño. 
El viento abrió la puerta y entraron los demonios.

El clima hostil de afuera fue logrando adentro,
que el alma hastiada quisiera salir corriendo.
Del frío invierno, su crudeza no superamos
y, sin darnos cuenta, nos soltamos las manos.

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