Dormida


Cuando tú te ausentas de aquí, unas horas,
para mí, es un tiempo eterno de espera,
y mi alma, como loca, sin la tuya desespera.

Acompasado, el reloj gira lento sus agujas,
yo lo miro fijo y aparento estar despierta,
pero mi vida está dormida ante tu ausencia.

Permanece intacto ese profundo letargo
hasta que, tarde o temprano, vuelves a mi lado
e interrumpes con besos ese estado somnoliento.

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