Desamorado




Creí que yo era indispensable.

En realidad, él me necesitaba.

pero por su propio egoísmo,


para facilitarse la vida.


Eso no es quererme.


Y yo sentí su desamor,


me lo hacia saber con hechos


pero, muy estúpido de mi parte,


Creía que, a la larga, iba a cambiar.


Le echaba la culpa a la rutina,


ya las malas costumbres,


solo para justificarlo.


Hasta que un día me dijo:


"No te amo"


"No estoy enamorado"


Y ya no pude meter excusas...



Creí que yo era importante.


En realidad, soy importante


pero él no supo valorarme.


Ahora, de algo estoy segura,


no será hoy, tampoco mañana 


pero se va a arrepentir. Lo firme.




Desalmada


 Si pudiera, abandonaría el alma en un lugar desierto,

y correría lejos para evitar cualquier encuentro.


Haría lo que sea por deshacerme de esta sombra,

que se esfuerza en aferrarse a mi y nunca me deja sola.


Si pudiera, la echaría a volar libre, como mariposa,

que deambule por el campo y repose en una rosa.


Así, finalmente, yo podría andar liviana como el

viento,

sin temor a que el amor quiera anidar en mi pecho.

Árbol seco


Cuando perdí la raíz de mi vida,
como un árbol, mi alma se secó.
Con el más leve soplido del viento,
estaba lista para caer al suelo.

Pero, cuando miré alrededor,
supe que no podia caer, no debía.
Y fue el amor lo que me apuntaló,
me sostuvo en pie. Me sostiene.

Anule recordar para no llorar.
Anulé llorar para no deshacerme.
Como un árbol debo ser fuerte,
que me noten, por fuera, entera.

La gente olvida, del otro, el sufrimiento.
Creen que se ha superado el hecho.
Pero no, adentro todo está muerto.

Condenados



Puedo echarle la culpa a la rutina, 

al estrés ante la demanda continua,

a la angustia por los sueños truncados,

y al luto que obligué quedar callado.


En alguna medida, hicieron su parte

para dejar este amor en agonía.

Pero que lo hayas descuidado te hace

intelectual y materialmente culpable.


Tampoco me considero una víctima,

sé bien que mi personalidad me condena.

Cierto es, si existe justicia divina,

merecemos sean perpetuas las cadenas.




Primer amor

Fuiste en mí el amor primero,

de los sentimientos a flor de piel,

no un simple enamoramiento,

sino el amor más puro y fiel.

 

Fuiste inspiración de mis sueños,

primer pensamiento al despertar,

de mis tres deseos, el dueño,

motivo único de mi pesar.

 

Sufrí tanto por lograr tu amor,

sin embargo, nunca me rendí

y en recompensa a mi dolor,

a tan larga espera pusiste fin.

 

Después el destino nos alejó

pero nadie me quita del alma,

el recuerdo de mi primer amor

y ejemplo de perseverancia.

 

 


Nos soltamos las manos

Todos los días era primavera en el calendario.
Tejíamos sueños e ilusiones con hilo dorado.
No concebiamos el tiempo sin estar juntos,
y nos extrañabamos al ausentarnos minutos.

Nos poníamos de acuerdo, frecuentemente,
Y, de un enojo, la reconciliación era inminente. 
Llevábamos, siempre, entrelazadas las manos,
y en la boca, besos que hacían verano.

Dimos muestra del amor concibiendo la vida,
pero con el paso del tiempo y la cruel rutina,
los días empezaron a teñirse de otoño. 
El viento abrió la puerta y entraron los demonios.

El clima hostil de afuera fue logrando adentro,
que el alma hastiada quisiera salir corriendo.
Del frío invierno, su crudeza no superamos
y, sin darnos cuenta, nos soltamos las manos.

Valiosa


Puede que tengas los bolsillos llenos
y, con ello, comprar hasta lo ajeno.
Puede que los vinos más añejos bebas,
y de ricos manjares rebase tu mesa.
Puede que hayas recorrido el mundo,
y tantas vivencias te formaran culto.

Pero si al hombre humilde ignoras,
y dar sin esperar no es tu idioma.
Si tu soberbia no te deja ver más allá,
y no sabes lo que se siente al amar.
Si tu conciencia sucia te estorba,
pero prefieres seguir a tu sombra.
Entérate que eres un desdichado,
y el más pobre de los seres humanos.

Yo, aunque no tengo donde caer muerta,
duermo tranquila entre mis riquezas.


Simplemente, te amo



Porque eres mi escudo
frente a la adversidad,
y evitas que los golpes
duelan fuerte en el pecho.

Porque eres la custodia
que vigila mis sueños
y, en cuanto despierto,
buscas hacerlos realidad.

Porque eres el remedio
que alivia, con caricias,
las heridas del pasado
que el recuerdo agrieta.

Porque fuiste el auxilio
que rescató a mi corazón,
en el preciso instante
que se lanzaba al vacío.

Simplemente, te amo.

Barrilete



Recuerdo aquella tarde cálida,
que remontaste un barrilete,
con la fascinación de un niño,
al verlo remontarse alto
y sostenerse firme en el cielo.

Sin avisarnos, en poco tiempo,
te elevaste con mucha fuerza,
surcaste el aire y llegaste a Dios.
El hilo que te sujetaba se cortó
y quedaste prendida en una nube.

Quedó en nuestras manos tu hilo
de amor, sacrificio y entrega.
No hubo forma de trepar tan alto
para bajarte y traerte a casa.

Como sospechar que, esa tarde,
remontando barrilete con los niños,
entre tantas risas y voces inquietas,
Dios estaba enseñándote a volar…

Dormida


Cuando tú te ausentas de aquí, unas horas,
para mí, es un tiempo eterno de espera,
y mi alma, como loca, sin la tuya desespera.

Acompasado, el reloj gira lento sus agujas,
yo lo miro fijo y aparento estar despierta,
pero mi vida está dormida ante tu ausencia.

Permanece intacto ese profundo letargo
hasta que, tarde o temprano, vuelves a mi lado
e interrumpes con besos ese estado somnoliento.

Creencia


¿Acaso crees que soy una leve brisa
y pretendes que sumisa permanezca?
No intentes apaciguar mi alma,
pues no evitarás que desate su tormenta.

¿Acaso crees que soy una margarita
y pretendes que en tus manos me someta?
No intentes deshojar mis pétalos,
olvida que te quiera por esa vieja creencia.

¿Acaso crees que soy una musa callada
y que debo enmudecer mis pensamientos?
No todas las palabras se las lleva el viento.
Me ahogo en un grito pues no se de silencios.

¿Acaso crees que eres el alfarero de mi vida,
que moldearás a tu gusto los detalles de mi alma?
Es cierto que eres dueño de mis sentimientos,
pero inútil forjarme a tu imagen y semejanza.

La marca


Esta marca que sellaste en mi mente
y en lo más profundo de mi corazón,
quedará en mí, a fuego, por siempre,
como huella de que la maldad pasó.

Esta marca,  estampada de un golpe,
es el grito torpe de quien ha sufrido,
de quien ha sido víctima y testigo
de la crueldad sin medida ni fin.

Esta marca es hilacha con la que doy pena,
pero es escudo con el que soy fuerte.
De ahora en más, con esta llaga ardiente
no volveré a rendirme a tus pies.

Apuñalada


El frío puñal que sujetabas con la mano,
sin piedad, lo clavaste hondo en mi pecho.
Yo no pude reaccionar justo a tiempo,
pues la venda en los ojos me lo impidió.

Intenté hallarte para saber los motivos
que te llevaron a cometer tal pecado.
Tonta fui al creer que dejarías algún rastro,
si escapaste como todo un fugitivo.

El tiempo, fiel amigo, remedió mis heridas.
En el presente solo llevo algunas secuelas
y calma en la conciencia pues, de esta novela,
la verdad de tus delitos salió a la luz del día.

De aquí en muchos años, olvidaré tu rostro,
será un borroso recuerdo lo mal vivido,
pero, ten por seguro, si te encuentro en la calle,
te reconoceré por las manos teñidas de sangre.

Quita

Quita, si a tus caprichos obedeces,
de mis manos, todo alimento.
Quita, si conmigo te ensañas,
el lenguaje y el pensamiento.

Quita, de esta ingenua cabeza,
 la poca cordura que conservo.
Quita, si supones necesario,
de mis bolsillos, el sustento.

Pero no me quites tu presencia,
y si por un instante te ausentas,
deja, en mi mente, el recuerdo
de tus pupilas colgadas en las mías,
instancia previa a la venida de un beso.

Perfecta armonía

Descanso tendida sobre la hierba fresca,
mirando, distraídamente, el cielo.
Dejo las pupilas fijas en un punto,
y me despreocupo por el paso del tiempo.

Las golondrinas, que volvieron en verano,
dibujan garabatos en pleno vuelo.
Una nube intenta tapar al sol,
pero lo impide, con su fuerza, el viento.

Mi corazón tararea una dulce melodía,
con sus latidos acompasados.
Mi alma ya no tiene custodia,
duerme tranquila, sin temor a sobresaltos.

Continuo tendida sobre la hierba fresca,
mientras tú, recostado a mi lado,
como un ave posando sobre una fuente,
te acercas a mis labios y bebes.

No te abriré


Cuando toques mi puerta,
ya verás, no te abriré.
Pensarás que soy una tonta
que del amor se escapa,
pero me cansé de perder.

Basta. No insistas.
De ningún modo atenderé.
Golpes de esos conoce mi alma.
¿Acaso quieres que sufra otra vez?

Cuando toques mi puerta,
ya verás, no te abriré.
Tantos cerrojos he de ponerle
porque hoy, sin querer,
por dejarla entreabierta,
una ráfaga de viento heló mi piel.